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lunes, 9 de marzo de 2015

Equinácea. ¿Que es? ¿Cuales son sus propiedades?

La equinácea o echinacea es una planta procedente del este de América del Norte, se tiene constancia de su uso por parte de los indígenas americanos a partir del año 1.700 y desde principios del siglo XX en la medicina tradicional.
Se trata de una planta que, en total, comprende 23 especies aunque sólo 10 de ellas están aceptadas para consumo humano. De estos diez tipos, las tres variedades cuyo consumo está más extendido dentro del ámbito de la fitoterpia son Pallida, Angustifolia y Purpúrea, considerada esta última como la más efectiva.
La equinácea es rica en fibra, vitaminas del grupo C y B (como la riboflavina) y en betacarotenos, así como en minerales como hierro, sodio, magnesio y calcio.
Hoy en día son muchos los productos naturales que podemos encontrar elaborados a base de equinácea, ya que dicha planta puede utilizarse casi en su totalidad, puesto que para dichos remedios se emplean desde la raíz hasta las flores, pasando por los tallos, las hojas y sus semillas.

Propiedades y beneficios de la equinácea

Sin duda, el uso más frecuente de la equinácea, y por el que es más conocida, es para reducir los síntomas del resfriado común. Esto se debe a las dos principales propiedades de esta planta, esto es, su capacidad para reforzar y potenciar el sistema inmunitario es un antibiótico natural capaz de activar nuestra producción de leucocitos y como antiinflamatorio.
Está demostrado que la equinácea contribuye a disminuir la fiebre, la mucosidad y la tos asociadas no sólo al resfriado sino también a otras enfermedades del sistema respiratorio, facilitando y acelerando con ello el proceso de recuperación, y aunque en cierta medida contribuye a su prevención, los estudios médicos no confirman de forma definitiva que tomándola de forma previa podamos evitar dichas patologías, aunque sí minimizar sus efectos.
Pero no sólo se emplea para las enfermedades del aparato respiratorio (sinusitis, bronquitis, faringitis…), sino que esta planta también tiene otra serie de aplicaciones  en su mayoría relacionadas con los procesos infecciosos, ya que actúa como bloqueador de la acción de virus y bacterias, como son:
  • Infecciones vaginales, genitales o sífilis.
  • Dolores de garganta e inflamación de amígdalas.
  • Malaria.
  • Difteria.
  • Enfermedades del aparato circulatorio, como el reumatismo o la septicemia.
  • Infecciones de oído.
  • Migrañas.
  • Infecciones de encías (gingivitis, periodontitis…).
  • Orzuelos.
  • Indigestión.
  • Infecciones del tracto urinario.


La equinácea también está recomendada en aquellos casos de pacientes a los que se les haya diagnosticado un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), así como el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) o incluso en personas con cáncer, debido a su capacidad antiinflamatoria y de reforzamiento del sistema inmune, ya mencionadas.
Además de estas propiedades anteriormente descritas y por tratarse de un potente cicatrizante, también puede aplicarse de forma tópica para tratar diferentes infecciones y patologías en la epidermis, que pueden ser desde heridas, quemaduras y eccemas hasta la psoriasis, pasando por el herpes, las picaduras, furúnculos, hemorroides o los abcesos, entre otros.