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miércoles, 14 de enero de 2015

ALERGIAS ALIMENTARIAS

Una alergia alimentaria es una respuesta exagerada del sistema inmunológico por el consumo de un alimento en particular.
Hay que diferenciarlo de la intolerancia alimentaria, que no es una reacción alérgica, pero constituye un efecto indeseable producido por la ingestión de un alimento determinado.
Los alimentos que con más frecuencia producen alergia son la leche, los huevos, el marisco, las nueces, el trigo, los cacahuetes (maní), la soja y el chocolate.

La respuesta inmunitaria del cuerpo lo protege contra sustancias potencialmente nocivas, como bacterias, virus y toxinas. Sin embargo, en algunas personas esta respuesta inmunitaria se desencadena por la ingesta de un alimento determinado. Cuando esto ocurre, el sistema inmunológico libera sustancias que causan síntomas de alergia alimentaria.

Las alergias alimentarias más comunes son a los siguientes alimentos:

Los huevos (principalmente niños)
El pescado (niños mayores y adultos)
La leche (principalmente niños)
El cacahuete (personas de todas las edades)
Los mariscos, como camarón, cangrejo y langosta (personas de todas las edades)
La soya o soja (principalmente niños)
Los frutos secos (personas de todas las edades)
El trigo (principalmente niños)

Los aditivos alimentarios, como colorantes, espesantes y conservantes, rara vez pueden causar una alergia alimentaria o reacción de intolerancia.

Algunas personas tienen un síndrome de alergia que afecta a la boca y la lengua después de comer ciertas frutas y verduras frescas.

Los melones, las manzanas, la piña y otros alimentos que contienen sustancias similares a ciertos pólenes.
La reacción ocurre con mayor frecuencia cuando los alimentos se comen crudos. La gravedad de la reacción depende de la cantidad de alimento que se consuma.

Los primeros síntomas suelen aparecer en las dos horas posteriores a la ingesta del alimento. Entre los signos claves están la urticaria, una voz ronca y las sibilancias.
Otros síntomas son el dolor abdominal, diarrea, picor en la boca, la garganta, los ojos, la piel u otra área, dificultad para deglutir, mareo, desmayo, náuseas, congestión nasal, hinchazón de los párpados, la cara, los labios y la lengua, rinorrea, vómitos, cólicos y dificultad para respirar.
Entre los síntomas de alergia bucal destacan el picor en los labios, la lengua y la garganta y la hinchazón de los labios en determinados casos.

Las pruebas cutáneas en algunos casos permiten diagnosticar una alergia alimentaria; un resultado positivo no necesariamente significa que una persona sea alérgica a un alimento en particular, pero un resultado negativo señala que es improbable que sea sensible a dicho alimento. Después de un resultado positivo en una prueba cutánea, el alergólogo puede necesitar realizar una prueba oral para llegar al diagnóstico definitivo.
En una prueba de provocación oral, el alimento sospechoso se oculta en otra sustancia, como leche o compota de manzana, y el paciente lo ingiere. Si no aparecen síntomas, la persona no es alérgica a ese alimento. Las mejores pruebas son las pruebas "ciegas"; es decir, a veces el alimento en cuestión está mezclado con otra sustancia, y otras veces no. De esta forma, el médico puede determinar con certeza si el paciente presenta alergia a ese alimento en especial.
Una dieta de eliminación puede ayudar a identificar la causa de una alergia. La persona deja de ingerir los alimentos que presumiblemente están provocando los síntomas. Más tarde comienzan a introducirse en la dieta de uno en uno.

El único tratamiento comprobado para la alergia alimentaria es evitar el alimento. No se ha demostrado claramente que otros tratamientos, entre ellos vacunas antialérgicas y probióticos, ayuden con las alergias alimentarias.

En Biosanitaris, procuramos publicar los alérgenos de los productos alimenticios que distribuimos, de acuerdo a lo que la ley exige, siempre que el fabricante nos facilite la información.


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